Los fusiles militares de percusión fueron un gran avance tecnológico y precursores de los grandes cambios armamentísticos en la segunda mitad del siglo XIX. Podemos considerarlos como armas de transición hacia los nuevos sistemas de repetición y desaparición de la pólvora negra como propelente de las armas ligeras. Su importancia en la historia se debe a lo convulso de las políticas geoestratégicas y los grandes conflictos en que se vieron envueltas. La actual sociedad moderna nos permite revivir y practicar con este tipo de armas con fines puramente lúdicos y deportivos.

 

Proceso de carga

El proceso de carga de un fusil militar es de los más sencillos que existen entre las armas de avancarga. Tanto es así que lo considero un factor clave en el interés de los aficionados por los fusiles militares de percusión, no tanto por la competición en sí misma, sino como práctica deportiva y/o lúdica con armas de sobria belleza cargada de historia. 

Los complementos o accesorios que necesitamos para la carga de un fusil militar, desde el punto de vista deportivo, son los siguientes: 

 

Baqueta de carga y limpieza. Preferiblemente fabricada sobre la base de una varilla de latón de 9 mm de diámetro. Ello le confiere un peso y elasticidad que nos ayudarán a realizar una carga precisa. La punta de carga y/o lavador siempre de latón, pues estará en contacto con el ánima y éste es el mejor material para ello. Imprescindible que la baqueta disponga de protector de boca, preferiblemente de material plástico para evitar golpes innecesarios en esta parte del ánima, la más crítica. Tras finalizar la sesión de tiro nos permitirá pasar un trapo impregnado generosamente de aceite para neutralizar el efecto corrosivo de los residuos salinos de la combustión. De esta forma protegemos el ánima hasta que podamos limpiarlo en profundidad, algo que en ocasiones no puede realizarse hasta varios días más tarde. 

 

Embudo reglamentario de carga. Rimbombante nombre el que le hemos dado, y se refiere a que tiene una longitud del prolongador sensiblemente inferior a la máxima permitida por el reglamento MLAIC. Se trata de un embudo para facilitar la carga y evitar que se derrame. El prolongador, aunque limitado en longitud, ayuda a que la carga entre centrada al interior del cañón.

 

Antes de la sesión de tiro prepararemos en la mesa las cápsulas fulminantes, las cargas de propelente en tubos dosificados individualmente, la sémola si vamos a emplearla y los proyectiles ya engrasados y calibrados. También un mínimo de herramientas por si surge un imprevisto. Las hoja de tiro donde llevamos anotado el proceso de carga que empleamos, la forma de apuntar, preferiblemente con un dibujo o croquis y cualquier otro elemento que nos pueda facilitar el desarrollo de la prueba.

 

No debemos olvidarnos del resto equipo necesario, gafas, protectores auditivos, esterilla de tiro etc. Esto último no son elementos de carga, pero no debemos descuidarlo. 

 

Personalmente también dispongo de unos trapos de limpieza, pues aunque no es mi costumbre aceitar demasiado el ánima del cañón, si suelo pasar un trapo de secado antes de la sesión de tiro a fin de eliminar posibles restos de aceite. Para ello no solo introduzco y extraigo el trapo, sino que realizo un movimiento de vaivén enérgico para bombear aire a través del canal de fuego y la chimenea. La presión generada por el aire comprimido se supone que calienta sensiblemente la recámara, pero esto ya es hilar muy fino. Personalmente creo que me ayuda a descartar fallos de ignición en los primeros disparos. Y aunque no sirviera para ello, me da confianza pensar que si.

 

Tras finalizar la sesión de tiro, también empleo un trapo de bayeta, en ésta ocasión impregnado generosamente de aceite, para proteger el ánima de los restos corrosivos de la combustión. No queda limpio, pero de alguna manera neutraliza temporalmente el proceso de corrosión. Solo abuso del aceite para armas tras las competiciones, me tranquiliza saber que están relativamente protegidas hasta que las pueda limpiar. 

 

Para describir el proceso de carga en competición, partimos de un arma limpia y sin restos de aceites en el ánima y/o canal de fuego (el que comunica la chimenea con la recámara):

1º        Antes de iniciar la carga es conveniente disparar uno o dos fulminantes con el fusil encarado hacia adelante y hacia el suelo. Con esto eliminamos los posibles restos de aceite que pudieran quedar en el canal de fuego, y nos aseguramos de que no hay obstrucciones en el mismo.

2º        A continuación apoyamos el fusil en vertical sobre la mesa de carga, cañón mirando hacia arriba, introducimos el embudo y vertemos la carga de pólvora y a continuación la de sémola si decidimos emplearla.

3º        Introducimos el proyectil y ayudándonos de la baqueta de carga lo bajamos hasta hacerlo descansar firmemente sobre la misma. Algunos tiradores solo se apoyan en el mismo, otros en cambio lo aseguran con unos golpes de baqueta. Ambas fórmulas valen igual si el proyectil está calibrado con exactitud y la punta no es aguzada, en cuyo caso la deformaríamos irregularmente perjudicando la aerodinámica.

4º        Nos situamos en el puesto de tiro de cara al blanco y enlazamos la correa en el brazo. Nos tumbamos y tomamos la posición. Levantamos el percutor hasta la posición de armado e insertamos la cápsula fulminante.

5º        El fusil está cargado y dispuesto. Corregir posición si fuera necesario, respirar, apnea mientras apuntamos y ejecución del disparo evitando el tirón. Tras ello nos levantamos y regresamos al punto 2º. 

Creo que se tarda más en describirlo que en realizarlo. Es así de sencillo, y el paso 1º desaparece en el resto de la sesión de tiro. 

 

La sémola ya sabemos de sus adeptos y detractores, de la misma forma que sabemos que el reglamento MLAIC la permite. Personalmente la aconsejo porque no perjudica el rendimiento, y si puede mejorarlo. En muchos casos nos ayudará a limitar la cantidad de residuos que se acumulan en el ánima a medida que avanza la tirada. Y además atenúa pequeños errores en el atacado del proyectil, tanto si lo golpeamos sensiblemente, como si solo apoyamos sobre la carga ayudándonos de nuestro peso.

 

El procedimiento de carga está resumido de una forma práctica, pero en realidad los tiradores lo realizamos con una especie de misticismo, como queriendo percibir sensaciones, y de hecho creo que las percibimos y ello nos da confianza.

 

Personalmente le doy mucha importancia y lo realizo con extrema sensibilidad, pues estoy convencido de su relevancia en la consecución de resultados deportivos. Y aunque soy de los que le dan dos toques para afirmar el proyectil, no son dos golpes de cualquier manera, están muy mecanizados y procuro que la fuerza sea igual, y en caso de duda por defecto, no doy un tercero, levanto la baqueta unos centímetros y la dejo caer, el sonido me da a entender si el proyectil está bien asentado.


Didáctico video del Campeonato de España Avancarga 2017. Proceso de carga y disparo Minié. Nunci Rodríguez y José Miguel Triquell (1:31"). Ver

Video del Campeonato de España Avancarga 2015. Ambiente de competición en cancha durante una entrada de concurso Minié (7:56"). Ver

Campeonato de España 2019, CEAR Granada. Atacando el proyectil.


 

Campeonato de Europa 2007 disputado en Parma-Italia. En primer plano, Johan KARLSSON, que se clasificaria 3º con 93 puntos. El noruego Sondre NORDHAGEN y el español Juan salvador GUARDIOLA FORNS. Los tres emplean Enfield Parker Hale calibre .58

 

 

 

Campeonato de España 2019, CEAR Granada. En primer plano Yolanda Monteliu.

 

 

 

Campeonato de España 2017, CEAR de Granada. Nunci recargando el Zouave.


 

 

Campeonato de España 2019, CEAR Granada. Minié.

 


 

Marta Galán ataca el proyectil en uno de sus entrenamientos con el Zouave.

 

 

Lorenz Infantry Rifle calibre .54

 

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